quinta-feira, 24 de abril de 2014

Sor Juana Inés de la Cruz, Por Andrea Cote Botero



Sor Juana Inés de la Cruz


«Vivir sola... no tener
ocupación alguna obligatoria que embarazase
 la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad
que impidiese el sosegado silencio de mis libros»,


Poeta, dramaturga, filósofa, ensayista y monja, una de las más importantes figuras del barroco literario en America. También conocida como el «Fénix de América» o «la Décima Musa», Sor Juana Inés de la Cruz desafió las costumbres de su época y produjo una de las más nutridas e influyentes obras de su tiempo en un ambiente hostil para el desarrollo intelectual de las mujeres. Toda su obra es un acto de afirmación de la libertad de pensamiento y de la dignidad de la mujer.

Primeros años:

Nació en San Miguel Nepantla y fue bautizada con el nombre de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Hija de un capitán español llamado Pedro Manuel de Asbaje y de la criolla Isabel Ramírez. Pasó su infancia en Amecameca en la Hacienda de su abuelo materno, allí aprendió a leer y escribir a la edad de tan sólo 3 años. Desde temprana edad reveló una capacidad portentosa para la disciplina filosófica, teológica y literaria. En su adolescencia, por ejemplo, la poeta dominaba ya, entre otras lenguas, el latín, griego y Nahualt y tenía de debatir con los más estudiados miembros de la corte.

México y la Corte:

A la edad de 16 años viajó a la Ciudad de México donde continuó estudios de forma privada, ya que las mujeres tenían entonces restringido el acceso a la Universidad. A los quince años entró a hacer parte de la corte de doña Leonor Carreto, esposa del entonces Virrey de España Don Antonio Sebastián de Toledo. Como dama de compañía continuó cultivando su intelecto y pronto se dio a conocer en la corte por sus cualidades literarias, manifiestas en los primeros sonetos y elegías que difundió en la corte.

Decisión Inesperada:

En 1667 la bella e ilustrada poeta tomó los hábitos y se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz. Alentada por su confesor, y luego de rechazar un par de propuestas de matrimonio, Sor Juana ingresó al convento de las Carmelitas Descalzas, donde permaneció tan sólo cuatro meses debido a ciertos quebrantos de salud y a su dificultad para adaptarse a las directrices de esa orden. Dos años después se internó definitivamente en el Monasterio de la orden de San Jerónimo donde logró desarrollar libremente sus estudios y escribió los textos que luego habrían de constituir el corpus principal de su obra.
En el convento de San Jerónimo Sor Juana dio origen, entre tantas otras obras, a su
Primero Sueño, poema de casi mil versos que aborda la idea del conocimiento como entidad abstracta que traspasa los confines mundanos y eleva la condición humana a la iluminación. El convento sirvió las veces de asilo para el genio de Sor Juana, una suerte de oasis en un mundo hostil para el desarrollo intelectual de las mujeres. Durante la mayor parte de los años que pasó en la orden, Sor Juana gozó de libertad para leer, escribir, recibir visitas e incluso para convocar algunas tertulias literarias.

Amigas:

En 1680 Sor Juana Inés de la Cruz escribió su conocido texto en prosa Neptuno Alegórico, con el cual celebraba la llegada a México de un nuevo Virrey, Don Tomás de la Cerda y Aragón, Marqués de la Laguna, y de su esposa Maria Luisa Manrique de Lara, Condesa de Paredes. Poco después de su llegada los virreyes tomaron a la monja bajo su protección, así nació la célebre amistad entre Sor Juana y la virreina Maria Luisa. La relación entre las dos mujeres se nutría de mutuo interés intelectual, la virreina era una ferviente admiradora de la obra de Sor Juana, se ha sugerido, además, que junto a la amistad podría haber reposado también un sentimiento amoroso. Una recreación sutil y refinada de la conexión erótica ente las dos mujeres se puede encontrar en la película “Yo, la peor de todas” (1990) donde la directora argentina Maria Luisa Bemberg elabora un retrato de Sor Juana que sabe detenerse en los aspectos particularmente enigmáticos de su vida cotidiana, en los que las claves secretas de su personalidad única revelan su carácter particular e indescifrable.

Sor Filotea:

En 1690 Sor Juana tomó parte en una polémica que marcó sus últimos años. Como resultado a un escrito suyo (conocido como Carta athenagórica) en el cual criticaba duramente el «sermón del Mandato» del teólogo portugués António Vieira, el obispo de Puebla escribió una dura crítica contra Sor Juana, en la que le aconsejaba dedicar más atención a Dios que a sus estudios. La carta del Obispo estaba firmada con el seudónimo de Sor Filotea religiosa imaginaria para quien Sor Juana escribió su famosa respuesta en la que defiende largamente la capacidad y el derecho de las mujeres para educarse y tener opiniones. Sin embargo, y aún a pesar de esta importante re-afirmación de su convicción y libertad de pensamiento, tal vez por temor a la censura o por razones aún más profundas, en 1694 Sor Juana renunció a toda actividad intelectual, vendió su biblioteca y sus artefactos científicos de estudio y se dedicó por entero al cuidado de las monjas que cayeron enfermas durante una epidemia que azotó a México. Tan sólo un año después murió en el convento, víctima del mismo mal.
http://poesia.about.com/od/perfiles/p/Sor-Juana-Ines-De-La-Cruz.htm

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